jueves, 19 de junio de 2008

Sueños

Los sueños que suelo tener casi siempre me acuerdo desde el principio al final, voy a pasar a contar mis últimos sueños que he soñado.

- Soñé que estábamos con un amigo en una isla desierta y que no sabíamos para donde agarrar, desesperados caminábamos y caminábamos buscando un lugar donde pasar la noche, pero jamás encontramos un lugar donde instalarnos, y de repente que fue lo muy loco es cuando aparecían nuestros padres en un helicóptero y nos llevaban devuelta para la ciudad, después de haberlo soñado me levante muy aturdido no entendía nada.

- bueno también he soñado con mi ex novia, recordando viejas épocas no se pero es como que cada tanto sueño con ella, y sueño con que vamos juntos hacia los lugares que solíamos andar, las peleas, las comidas compartidas, como que todo se transforma muy real a pesar que ha pasado bastante tiempo ya de esas épocas.

- Como soy fanático del fútbol casi siempre sueño con el equipo donde yo juego allá en mi ciudad (Lobos), y es como que cuando estoy jugando se me hace todo muy lento, como cuando le voy a pegar a la pelota es todo muy lento, y me desespero dormido por tratar de correr mas fuerte pero no puedo, pero la verdad es muy real el partido, la hinchada , todo.

- Hace poco también soñé que me robaban en mi casa, y que yo desesperado no sabia que hacer y los ladrones me tenían con un arma en la cabeza amenazado, recuerdo que me habían robado hasta la ropa, y que salía a buscar ayuda pero la calle estaba desierta nadie, y ahí justo me desperté y por suerte era todo un sueño...



Bueno estos han sido mis sueños últimamente, quizás un poco medio fantasma pero bueno son los sueños que suelo tener y recuerdo.
Luciano Madala

viernes, 6 de junio de 2008


Cautiva

“Se aplica a la persona o animal, retenido por fuerza en un lugar”.

Todo duró apenas quince minutos, que quisimos estirar y no pudimos. Alcanzó para decirnos un par de cosas, para darnos unos besos apurados y nada más. Nos intercambiamos los regalos: yo le di un pañuelo bordado y él me dio uno pintado con escenas de “El Pibe”. Todo por lo bajo y clandestinamente. Ahí nos despedimos, pero bastaron esos breves momentos y esas pocas palabras para darnos cuenta de que nos habíamos entendido. Los guardias empezaron a tironearnos diciendo “¡reintegro!”, y nos llevaron de vuelta a mi pabellón y a él a Caseros.
Festejamos con las compañeras y lloré todo lo acumulado, relatando una y otra vez, lo que más que hechos, eran emociones.
José y yo nos reencontramos en el 83 y estrenamos nuestro matrimonio junto con la democracia.
“Saldrás de cualquier lugar a recibirme y abrazarme, y recuperaré en ese abrazo, todos los soles que me han robado”
Y volvimos.
Una a una fuimos viviendo ese instante único en que se abrieron las rejas y salimos en libertad. La risa y el llanto aparecían al mismo tiempo. Se multiplicaban los abrazos, hasta que por fin llegaba el grito de despedida: “Hasta siempre, compañeras”.

Hola nena, preguntarte cómo estás es una formalidad. Me emocioné hasta las lagrimas cuando Mario me contó lo del casamiento, ¡y tu mamá, y ustedes!. Me imagino como te estarás sintiendo, se te deben mezclar emociones de todo tipo. Te extraño mucho flaca, y a pesar del dolor de tu ausencia, a casa llegó la primavera de Natalia. Crece día a día, y gatea a toda velocidad, le encanta ir a la plaza. Es todo nuevo para mí, estoy feliz. Chola y Juan están locos de contentos, la adoran; y le regalan de todo cuando Mario y yo vamos para allá, o ellos vienen a casa. Tu carta de hoy me dio risa, y también me hizo llorar cataratas. Cuando decís que todavía tenés la sensación de su piel suavecita, de su cara. De tu orgullo de tenerla en brazos por primera vez y de las pequeñas pérdidas de las que me hablás, que tienen la belleza de lo cotidiano, de lo irrecuperable.
En el comedor está tu foto con Natalia del ratito que te fuimos a visitar, todos los días la miro, y espero que salgas.
Aproveché esta hora, porque la bebota está durmiendo. Espero que dentro de lo posible, estés bien y que me escribas prontito, cuando puedas.
Quiero pensar que una mañana me voy a despertar y me van a decir que te largaron, flaca.
Te regalo un sol enorme.
¡Se me empiezan a amontonar los pañales!.
Le voy a dar de tu parte el beso en la nariz a Natalia, y otro grandote al papá.
Todos los abrazos del mundo.
Te quiero mucho, Gra.
Mabel.


“Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos nosotros, de lo que han hecho de nosotros”. (Jean Paul Sartre)



Bibliografía consultada

Nosotras, presas políticas: obra colectiva de 112 prisioneras políticas entre 1974 y 1983, Nuestra América, Buenos Aires, 2006.



jueves, 5 de junio de 2008

Monólogo del que espera

Ignacio se fue hace ya tres meses. Por momentos lo extraño. Pienso mucho en él, sobre todo en las noches. Su mamá también lo extraña. No sabemos dónde está. Sólo tenemos una carta ¡una carta! Cómo si eso bastara para nosotros. Ahí no decía mucho. Contaba que estaba viajando, que se iban a la frontera por que es más seguros. ¿Quiénes? ¿Con quién está mi Ignacio? Supe que llamó algunas veces, pero hace como un mes que no sabemos nada. Nada de nada. Sus amigos también llamaban. Ya no llaman más. “Se los comió la tierra” dicen. Yo extraño jugar con él. Me acuerdo como si fuera hoy el día que me trajeron. Fue para su décimo cumpleaños, ¡estábamos tan contentos los dos! Yo movía la cola de un lado para el otro y él me abrazaba todo el tiempo. Desde ese día fuimos inseparables. Jugábamos en el jardín de su casa en la plaza o en cualquier lado. También recuerdo en las navidades, él se quedaba conmigo cuando tiraban los cohetes para que no me asustara. No le importaba ver el espectáculo de fuegos artificiales. A los dieciséis tubo su primer novia. Ya me había contado de esa chica. Yo estaba contento porque el estaba contento, nada mas. La chica no me caía nada bien. De todos modos nadie me calló tan mal como su última novia, Fernanda. Esa sí que nunca me cerró. De hecho fue ella quien le insistió para que se fueran de viaje, yo estaba presente cuando se lo dijo. Y él estaba demasiado enamorado como para decirle que no. No pensó ni en su mamá, ni en mí, ni en nadie. A veces me enojo con Ignacio, pero lo extraño mucho y yo se que cuando esa bruja lo deje va a volver, porque nos quiere mucho, nos adora.
La mamá de Ignacio averigua, pregunta. No duerme pensando en dónde buscar. El otro día la escuché llorar. Yo no sabía qué hacer. Se me ocurrió acercarme y ponerle el hocico en la pierna para demostrarle que yo también lo extraño. Creo que ella no me entendió porque siguió llorando.
Después me dicen qué les pareció
Magui

lunes, 2 de junio de 2008


Para los que no lo saben soy una gran fanática de Ismael Serrano y con motivo del viaje, por hacer referencia a la consigna general que tiene la materia, es que se me ocurrió subir esta canción que se llama "Recuerdo" que relata un viaje en tren fuera de lo común.


Magui.-


Recuerdo-Ismael Serrano

Me levanto temprano, moribundo.
Perezoso resucito, bienvenido al mundo.
Con noticias asesinas me tomo el desayuno.

Camino del trabajo, en el metro,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.

Y en el asiento de enfrente,
un rostro de repente,
claro ilumina el vagón.

Esos gestos traen recuerdos
de otros paisajes, otros tiempos,
en los que una suerte mejor me conoció.

No me atrevo a decir nada, no estoy seguro,
aunque esos ojos, sin duda, son los suyos,
más cargados de nostalgia, quizás más oscuros.

Pero creo que eres tú y estás casi igual,
tan hermosa como entonces, quizás más.
Sigues pareciendo la chica más triste de la ciudad.

Cuánto tiempo ha pasado desde los primeros errores,
del interrogante en tu mirada.
La ciudad gritaba y maldecía nuestros nombres,
jóvenes promesas, no, no teníamos nada.

Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincón sin luz.
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y detrás de cada huida estabas tú, estabas tú.

En las noches vacías en que regreso
solo y malherido, todavía me arrepiento
de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo.

Y ahora que te encuentro, veo que aún arde
la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde
para nacer de nuevo, para amarte.

Debo decirte algo antes de que te bajes
de este sucio vagón y quede muerto,
mirarte a los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de rendirnos fuimos eternos.

Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
"¿Cómo estás? Cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?"
Y una sonrisa tímida responde:

"Perdone, pero creo que se ha equivocado".
"Disculpe, señorita, me recuerda tanto
a una mujer que conocí hace ya algunos años".

Más viejo y más cansado vuelvo a mi asiento,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.